miércoles, 5 de noviembre de 2008

Mordiendo pedazos.

Arrugado, viejo, y rayado, así está el calendario, que con suerte es de este año, así está, tachado con diversos colores que implican un mundo de posibilidades, encuentros y obsesiones. Los días se han consumido lentamente a fuego, dolorosamente como se queman mis notas de cuaderno que nunca llegaron más allá del tercer capítulo; infructuosas oportunidades de construir alguna historia coherente, pero el lápiz se resiste a escribir, no puedo con ello.

Inconstante, imprecisa, amoldable, así son las historias, así es la burbuja que hay debajo de mis pies, a veces olvido que es tan frágil, ha aguantado tanto que es difícil entender el por qué… piso y piso el borde, sé que no es segura, sé que romperá alguna vez, pero aun así me aferro a ella, simplemente, lentamente, amablemente, a veces con furia, otras veces con mis uñas.

Las noches son difíciles si en vez de ovejas comienzo a contar los puntos del día, y cuando logro acceder al mundo de los sueños sólo aparecen abejas, grandes arañas y desconocidos. Hay tanto que leer, tanto que saber, aun así me quedo quieta, inerte, esperando…contando, restando…las palabras se me escapan.

Necesito segundos, necesito sumar, necesito aire, necesito mar, necesito verde…y necesito…tengo ideas, tengo fijaciones, tengo cambios, tengo dagas, tengo cosas que ni sé donde guardar...y ya llegó otro día para marcar, tal vez con un color distinto, una marca nueva, un suceso banal, una oportunidad…