jueves, 5 de febrero de 2009

RETRATO HEMOFÍLICO.

Me gusta distorsionar el lenguaje y olvidarme a propósito de sucesos importantes, sobre todo cuando tengo que pasar por períodos de concentración impuesta. Estoy cansado, los dedos de mis manos están algo quejumbrosos y el dolor se hace más agudo cuando me acerco a la gente.

Siempre he pensado que soy un antifacista-hermafrodita - heterosexualoide - eternamente insatisfecho - demoledor de panoramas - memoria de maní - servicialmente egoísta - hipocondríaco semanal - pantofóbico - simplón - emocionalmente insensato - potencial psicópata - suicida frustrado - fóbico social - opinante cambiante - mentiroso ganador - obsesivo manipulador - aburridizo - entre otros tantos adjetivos y apelativos que me regalan mis cercanos o que me autoimpongo dependiendo de la situación.

Siento que la vida va al revés, cada día me pongo más aversivo y ruego por no tener que hablar con nadie y que se elimine del mundo las estaciones calurosas, yendo más allá, que no existan ni el calor sofocante ni los modelos a seguir. Sí, odio los ejemplos, me cargan las comparaciones, tengo miedo de las generalizaciones, aunque las uso frecuentemente para mí y para todos, claro, cuando me conviene. Soy un hombre respetable según dicen en los diarios, un hombre “misterioso” que no quiere dar entrevistas, o como decía la revista de la semana pasada “un hombre interesante, que lucha por sus ideales, creador innato, mirada pensativa.” ¡Puaj!, ¡qué diablos dice esa pobre chica periodista!, le doy una semana conviviendo conmigo y sale de mi casa con la cabeza girada (así como la adorable pequeña del “Exorcista”), sin pelos en su cabeza, aburrida por doquier y llorando por su mamá. A ver, sí, bueno, nunca tanto, pero no soy una persona muy “querible” ni mucho menos “apretujable”, aunque mi santa madre siempre pensará distinto, a pesar de las mil y una rabia pasadas en mi adolescencia, por culpa del trago, drogas, embarazos de mis novias de una noche, y tantos desvíos más, ¡pobre vieja!, lo bueno es que aún me quiere.

Mis amigos ya se han casado, tienen un trabajo estable, yo trabajo todos los días, siempre me definen como eficiente, pero lo que desconocen es que odio trabajar, odio despertar temprano, por mí no trabajaría, pero claro, ¿de dónde sacaría dinero para obtener los ansiados y cambiantes símbolos de la felicidad de las “cosas materiales”?. A propósito, mi auto no suena nada bien, tendré que renovarlo.

¿En qué iba?, ah, sí, amigos, parejas, ¡ja!, personalmente me defino como un hombre muy romántico, dulzón, que gusta de las palabras bonitas y el desembolso de dinero para los enseres conquistadores de la época de galanteo; hay días en que creo en el amor, pero si me he encontrado con una bruja o tengo ganas de ser infiel te aseguro que diré otra cosa. Amo a las mujeres, he perdido la cabeza varias veces; ellas me definen como “tierno, amoroso, bueno en la cama”, cuido mis palabras, trato a la de turno como reina, le hago versos cálidos, pero el espíritu Amado Nervo permanece sólo hasta los seis meses, hasta los reclamos de olvidos de aniversarios, controles de horarios e incipientes prohibiciones. Allí esas cálidas palabras de ayer se transforman en unos “Déjame tranquilo, eres insoportable, cállate, necesito estar solo”, sí, un desastre, ¿y quién no?

Tengo casa, auto, plata, pero lo que siento más resonante en mis pertenencias es que declaro ser poseedor de una nube negra personal, y con lluviecita de vez en cuando. Siento que algunas veces me cuesta el doble que otros (no sé quién, nunca hay buenos ejemplos para esto) lograr mis objetivos personales, aunque últimamente me han pasado cosas buenas, curiosamente más cosas buenas a medida que pasan los años. Si esto sigue así voy a ser feliz a los 80 años, cuando no me pueda ni el trasero de la silla y me duelan todos los huesos porque “va a llover”. Me da miedo la vejez, pero no recuriría a cirugías o cremas de caracol.

Me siguen doliendo los dedos, no sé que hacer, será un defecto más en mi lista personal, si alguien la viera diría que no tengo autoestima, ¿y qué o qué?, me da lo mismo. Me río en las noches pensando en que soy “un líder”, me encanta mi careta social, pero a la vez es triste pensar que me siento un perdedor y que si me mostrase así, con falencias y locas fantasías todos huirían. Aunque tal vez no, pues todos llevamos caretas, o eso creo, sólo que algunas de éstas traen regalías y tienen un buen precio social y tiempo, por lo tanto es difícil eliminarlas.

Qué flojera, suena el teléfono..........me llamaban para hacer un artículo sobre las religiones con más adeptos en Latinoamérica, uhmm, sí, tengo que decir, unos cuatro días y el artículo estará, aunque claramente tengo que inclinarme más por el cristianismo puesto que el distinguido señor que financia la revista es Opus Dei, ¡puaj!, aunque por mí haría un solo párrafo para decir que cuál o qué rama llamada religión está más loca, claro, es más fácil creer que no puedes comer carne de vacuno, o que los sacrificios son actos de amor, o que diferentes hombres se creen profetas y tienen diversas alucinaciones, o que el lucro de los pastores está muy bien si visten con ropas lujosas, total, es por favor de Dios.... ¿o los dinosaurios?, ¿y donde meto al mono y Nostradamus?, ¿y los credos de Tom Cruise?, no, a ver...sí, estoy convencido de que es una dominación extraterrestre todo esto.

¡Uf! Me duele la mandíbula, no suelo hablar tanto, pero desde ahora me defino como hablador. ¿Me dijo que usted quería una biografía?, pues no, no doy entrevistas, ¡adiós¡.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De repente me acordé de Millás y de Lovecraft, pero más de este último por la forma en que moldeabas el relato(claro que nunca mencionaste a algún diablo extra dimensional; sí a una bruja), y a pesar de que el texto era largo, se daba para leerlo en forma express. Es curioso, no me había pasado con tus textos, por otro lado, aunque haya leído la etiqueta verborrea me pregunto si te demoraste en armarlo o si fue algo más bien visceral.

Dos cosas más:
1.- Hay un concurso de cuentos de La Araucanía, hay plazo hasta marzo, creo. Es cosa de que averigües en el google.
2.- La escuela Ángel Piana dicta cursos de literatura, pero (siempre) falta gente, a lo mejor te puede interesar en el futuro, porque siempre se dicta (fallidamente).

Buen retrato, espero la siguiente entrega.

Alejandro

Anónimo dijo...

y claro... me gustaria conocerte en el cyberespacio... carlitospipe@hotmail.com... comentaste hace mucho tiempo un texto mio

ojala me agregues

saludos

Warina dijo...

mega verborreico... me gustó esa frase: "no soy una persona muy “querible” ni mucho menos “apretujable”"...
tienes el don de la palabra... me pregunto cuánto de ti hay en este texto...

felicidades Anita...sigue escribiendo...lo tienes un poco abandonado al parecer...el escribir...

Saludoss