Siempre, desde el inicio de todo esto vuelvo al centro de mi eje, puedo sufrir muchos cambios, adquirir sílabas de felicidad y un brote de egoísmo, aún así, vuelvo al eje.
Recojo migas de ilusiones, las guardo en un pañuelo perfumado, virgen y lejano, y no me quejo de romper vidrios eternos de sonrisas. Mi objetivo no es sumar, ni adquirir, ni doblar, sólo cerrar, olvidar y anotar, y así, vuelvo al eje.
Como si la vida fuese una U invertida, ésta rige mis acciones y mis músculos faciales, aquellos que han olvidado las caricias de otoño y suman dolores.
Siempre me siento inmersa en una fotografía, de esas corridas, en movimiento, borrosas, donde no se aprecia un fondo ni figura. Me imagino pasando en una bicicleta celeste, de esas antiguas, escuchando el cranc de las hojas y ramas del suelo al romperse. En esta monocromática foto no se distingue mucho, tal vez porque no hay nada claro y el cúmulo de confusiones de siempre impiden la nitidez requerida.
Aún así, en mi fotografía me imagino como música de fondo un piano melancólico, que se hace más placentero, incómodo y presente cuando camino y tengo frío, sumergida en mis miedos y errores.
Aumento la velocidad de mi antigua bicicleta, mientras vuelan colores grises en el fondo de lo externo, inanimado, silencioso, y como siempre, a pesar de la distancia adquirida y la velocidad impuesta, vuelvo a mi eje.
miércoles, 19 de agosto de 2009
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1 comentario:
No sé si estaré proyectando pero percibo el tedio, y al igual que tú en mi texto, me pregunto si es que ésto, más que un cuento, es tu expresión anímica actual.
Bueh, de todas maneras, los cuentos son proyecciones enanas.
(Te quedó bonito el nuevo formato del blog =D)
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