Tengo hambre, hambre con pena y ardor en mi rostro. Tengo frío y calor, de esos fríos que incomodan y no te dejan abandonar la cama; de ese calor que te pone de mal humor y produce jaquecas.
Oigo aplausos, pero sin dudas no son ni para mí, ni para esta jodida vida; siento rabia al ver la indiferencia, al escuchar frases repetidas y sentir una falsa caricia en el cabello. Siento rabia al ver que una persona baila al compás de la felicidad, mientras que otra se invade de odio y planea terminar con la felicidad manifiesta del otro.
Supongo que detrás de la Hiel, siempre estará la Miel, esperando hacerle una zancadilla; supongo que Sal y Azúcar estarán siempre destinadas a ser vecinas en la oscura alacena, a pesar de no compartir los mismos intereses arquitectónicos. Supongo que detrás de una aguada Sopa, siempre habrá que reconocer que unas gotas del tan mal afamado Aceite le dieron su gusto particular. Supongo que la Oscuridad siempre tiene que soportar que la bendita y dulcinezca Luz la despierte a la hora que le interese su compañía. Supongo que detrás de ese rojizo Amor siempre habrá un Odio que anhela darle un peñascazo y viceversa. También supongo que no habrá treguas para las mil batallas entre la Desnudez y el Vestirse de cada día.
Siento que los trozos de fieltro que caían ayer sobre el mantel, sólo son recuerdos esporádicos y hoy conforman un gran montón de basura que nadie se atreve a barrer, ni tú, ni él y menos aquel. Y mientras apiño en el estante desgracias cercanas y ajenas, en algunos momentos unas patas de algodón de cruzan de lado a lado, tal vez tratando de distraer mi pesar, o tal vez sólo con el fin de hacerse ver.
martes, 18 de mayo de 2010
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1 comentario:
Me cargan los extremos, pese a que diaramente vivimos expuestos a éstos. Estoy completamente de acuerdo con la doble dimensionalidad de las cosas, aunque a veces nos cargemos para ciertos lados.
que bueno que actualizaste.
Alejandro.
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